La hormiga y el grano de trigo
Una hormiga se encontró un gramo de trigo en un campo recién segado. Diligente y heroica como todas las hormigas, se lo hecho al hombro y cargó con él, a pesar de que la triplicaba en tamaño.
Al cabo de un rato, la hormiga empezó a tambalearse por el peso.
Y entonces el gramo de trigo aprovechó para hablarle.
-Por qué no me dejas aquí- Soy mucho más grande que tú y no puedes cargarme.
-Si te dejo aquí llegare sin provisiones al hormiguero. Debes saber que somos muchas y necesitamos cantidades enormes de alimentos.
Todas debemos llevar lo que podamos.
-Pero yo no estoy hecho para ser comido. Soy una semilla y mi destino es crecer como una planta. Puedo ser más útil para el hormiguero si me dejas aquí.
-Lo siento, pero no puedo hacer eso. Estoy muy retrasada y también cansada. Mis compañeros me están esperando y no quiero tener problemas de ninguna clase –contestó la hormiga con impaciencia.
-Te propongo un trato –le dijo el grano de trigo, en tono jovial-. Presta atención y verás que es una excelente propuesta.
-De que se trata- preguntó la hormiga, dejando al grano trigo en el suelo y deteniéndose para descansar un poco.
-Si me dejas aquí, en este surco, y permites que la lluvia me integre a la tierra, en la próxima cosecha tus compañeras podrán venir y encontrar cien granos de trigo como yo.
La hormiga meditó un buen rato antes de contestar.
Está bien –dijo finalmente-, sería injusta contigo si no te diera la oportunidad de demostrarme de cuanto eres capaz. Sólo me gustaría saber cómo lo harás.
-Es un misterio –respondió con solemnidad el grano de trigo.
-El misterio de la vida.
Cuando llegó el tiempo de la nueva cosecha, la hormiga y sus compañeras volvieron al sitio donde había sido plantada la semilla de trigo y comprobaron con júbilo que ésta había cumplido su promesa.
-Leonardo da Vinci-